
[COLUMNA] ¿Qué tan solidarios y comprensivos nos ha vuelto la pandemia?
La pregunta con la que me permito abrir este espacio de reflexión viene a propósito de las múltiples críticas y muchas veces malintencionadas aseveraciones que suelen divulgarse en contra de funcionarios, autoridades y del propio Gobierno, en medio del fragor de la contingencia nacional.
Se puede entender que la emergencia sanitaria y las semanas previas a un proceso eleccionario, generen reacciones de todo tipo, pero la falta de respeto o los insultos no pueden ni deben estar en medio del sano debate, un legítimo cuestionamiento o intercambio de opiniones.
Podemos coincidir en que se respira en el ambiente un clima extremadamente hostil y turbulento, en donde la odiosidad y la intolerancia ha traspasado muchos de los límites que se esperan sean el margen sobre el cual se pueda instalar una discusión seria y responsable.
Quienes adhieren a este entorno errático y adverso al de paz y comunión que podríamos esperar, no trepidan al momento de propinar expresiones de desprestigio hacia funcionarios que por estos días no dudan en poner lo mejor de sus capacidades al servicio de sus comunidades, situación lo que nos lleva a meditar sobre la propia naturaleza de esos gratuitos ataques y las motivaciones que pueden llegar a tener los individuos.
Pienso en esa naturaleza del ser que creímos renovada o alterada positivamente al menos a raíz de toda la amarga experiencia que ha significado la irrupción del Covid-19 en nuestras vidas. Ingenuamente imaginé que a partir de todo lo vivido emergería un ser más sensible, solidario y comprensivo.
Muy a mi pesar, creo que fue errado pensar en esta especie de transformación personal frente al dolor que genera el Coronavirus.
Indolente, soberbio y dispuesto a quebrar todo orden o protocolo con tal de mantener vicios y mañas que tanto daño le han acarreado a la sociedad. Para este tipo de persona, no cuenta absolutamente nada que no esté de acuerdo con sus propios mezquinos intereses, mucho menos las acciones que se han desplegado para llevar alivio a las familias de todo el país.
En materia sanitaria, ni las mejoras en los sistemas de gestión de la enfermedad, el aseguramiento oportuno de millones de vacunas para todos los habitantes del territorio nacional, su administración según grupos etarios y vulnerabilidad o la forma en que se ha llevado a cabo este proceso, están dentro de los aspectos que este tipo de personas podría valorar o reconocer.
Ni hablar de las medidas sociales y económicas que han permitido cubrir muchas de las necesidades de quienes se han visto más afectados por la pandemia. No decimos que las necesidades están resueltas, por supuesto que tenemos que seguir trabajando y esforzándonos por llegar a quienes más necesitan atendiendo todas las demandas, y también otras que no están asociadas directamente a la pandemia, pero eso no significa que debamos aceptar ni acostumbrarnos a la agresividad de algunos discursos que no contribuyen a alcanzar los objetivos que hoy más que nunca nos deben unir.
No se trata de no estar abiertos a la crítica o aceptar sugerencias, esto va mucho más allá. Se trata finalmente de la relación que estamos generando entre las personas, de la construcción de sociedad que motivamos y queremos para el futuro.
Bienvenido el debate serio y respetuoso, lejos de las descalificaciones y ataques. Atravesamos momentos complejos que requieren de la solidaridad y colaboración de todos. Démosle una oportunidad a la unidad y a la empatía.
Por Nelson Cárcamo Barrera.
Gobernador de la Provincia Antártica Chilena.
Columna de opinión publicada el 18 de abril en suplemento «Análisis» de Diario El Pingüino.