
[COLUMNA] Solidaridad y empatía: construyendo un mundo más justo y saludable
Hemos cumplido el primer año con Covid-19, año en el que hemos canalizado nuestros mejores esfuerzos para enfrentar un enemigo invisible y que utilizando el factor sorpresa asoló desde un principio al mundo entero. Los más sorprendidos y estupefactos con este impacto en la salud, han sido, por cierto, quienes tienen la responsabilidad de velar por ella en el concierto universal, la Organización Mundial de la Salud (OMS), entidad creada en 1948 y que en su constitución señala que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Esta semana se conmemoró el Día Mundial de la Salud bajo el lema “Construir un mundo más justo y saludable”, precisamente en un tiempo donde conciliar ambos anhelos en un mundo tan convulsionado como el actual, no resulta una cosa fácil. Más aún, si pensamos en que debemos enfrentar a diario las más variadas opiniones y posiciones radicalizadas que muchas veces han traído solo confusión o promoción de intereses mezquinos donde la justicia y la salud de las comunidades terminan siendo una excusa para otro tipo de fines que en nada contribuyen, muy por el contrario.
Sumado a este comentario, es oportuno poner de manifiesto la importancia que cobra en estar horas complejas de la salud, la buena voluntad y disposición puestas al servicio de nuestros semejantes. Servir y atender sin importar las legítimas diferencias.
La salud no solo tiene relación con nuestra condición física, biológica o mental, va mucho más allá y trasciende al alma, a nuestro interior.
Para que elementos como la justicia sea una realidad, el alma también debe estar sana, mi mente debe generar sanos y buenos pensamientos. Sentirnos bien con nosotros mismos nos permitirá ser capaces de alcanzar también más justicia en nuestras acciones. En este sentido, no podemos dejar todo en manos de otros. El lavado de manos es necesario para prevenir el contagio, no así para cuando debemos asumir responsabilidades.
El propósito que se ha impuesto el Gobierno es garantizar a la población en general, que tengan vidas más saludables, teniendo un mejor acceso a los servicios de salud.
Cuando logremos aquello estaremos dando un paso trascendental en vías de la equidad, eje fundamental para la recuperación de la pandemia que nos aflige.
No soslayemos nuestro compromiso real con la salud de nuestros semejantes. Que no se transforme en un discurso circunstancial en época de elecciones, seamos respetuosos y sensibles con un tema que nos agobia y por lo mismo, ha captado el interés mundial a punto de instalarse en la agenda diaria de todos los organismos internacionales vinculados a las políticas de salud pública.
“Si todos entregamos lo mejor de nosotros mismos y actuamos con espíritu unitario, voluntad de colaboración y sentido de urgencia, podemos evitar este trágico dilema”, dijo el Presidente Sebastián Piñera a propósito del merecido saludo y reconocimiento brindado a trabajadores de la salud de nuestro país.
En este mismo sentido, la entidad sanitaria mundial ha declarado 2021 el Año Internacional de los Trabajadores Sanitarios y Asistenciales, razones sobran para argumentar esa decisión, cada vez que vemos los enormes esfuerzos desplegados en cada rincón del planeta para contener la pandemia y atender oportunamente a las personas afectadas por el virus, renunciando al tiempo que podrían estar con sus familias y viviendo en la propia piel el sufrimiento y el dolor que ocasiona la enfermedad.
La tarea de construir un mundo más justo y saludable es una responsabilidad colectiva, compartida, que parte desde las propias acciones y voluntades solidarias y al mismo tiempo generosas, solo así podremos superar los desafíos que hoy nos impone el Coronavirus y sus consecuencias.
Por Nelson Cárcamo Barrera
Gobernador de la Provincia Antártica Chilena
Columna de opinión publicada el 11 de abril en suplemento «Análisis» de Diario El Pingüino.